Utilizando técnicas de diagnóstico por imágenes (PET, Resonancia
Magnética etc) el equipo de Valorie Salimpoor y Robert Zatorre de la
Universidad McGill de Montreal (Canadá) midió la secreción de dopamina y
la actividad cerebral de una decena de voluntarios al escuchar música
instrumental, sin voces humanas. El escáner mostro que el cerebro de los
participantes liberaba más dopamina, el neurotransmisor del placer, en
una región llamada núcleo estriado, cuando los sujetos escuchaban sus
canciones favoritas. Entre las melodías escogidas por los participantes
destacaron el ''Adagio para cuerdas'' de Samuel Barber, el segundo movimiento
de la ''Novena sinfonía'' de Ludwig van Beethoven y el ''Claro de Luna'' de
Claude Debussy. IVATAD.
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Anatomically distinct dopamine release during anticipation and experience of peak emotion to music |
Así mismo los análisis revelaron que la dopamina se libera en el
momento culmen de la melodía, cuando esta nos hace estremecer
literalmente en un escalofrío, en la misma región cerebral ligada a la euforia
que produce el consumo de cocaína: el núcleo accumbens. Pero además, unos segundos antes, se
produce una descarga de dopamina en el área vinculada a la anticipación y
las predicciones: el núcleo caudado.
“Estamos más cerca de entender por qué estímulos abstractos como la música y el arte nos producen placer, a pesar de que no son necesarios para la supervivencia” afirman los autores, que aseguran que la música funciona como un amplificador de las emociones. Del estudio se desprende la gran importancia que a nivel sociológico ha tenido la música en el desarrollo de las diferentes sociedades humanas.